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Fiesta de Cristo Rey

 

22 de noviembre 2009, último domingo del año litúrgico.

¡Prepárate para la fiesta del Rey del universo!

 

Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net

 

 

 

ÚLTIMO DOMINGO DEL AÑO LITURGICO:

 

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

 

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

 

Un poco de historia

 

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.

El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

 

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

 

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

 

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

 

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

 

 Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:

 

“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;

 

“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”; “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;

 

“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

 

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

 

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

 

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

 

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

 

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

 

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

 

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

 

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

 

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

 

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

 

QUE VIVA MI CRISTO

 

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey

que impere doquiera triunfante su ley,

que impere doquiera triunfante su ley.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!

 

Mexicanos un Padre tenemos

que nos dio de la patria la unión

a ese Padre gozosos cantemos,

empuñando con fe su pendón.

 

Él formó con voz hacedora

cuanto existe debajo del sol;

de la inercia y la nada incolora

formó luz en candente arrebol.

 

Nuestra Patria, la Patria querida,

que arrulló nuestra cuna al nacer

a Él le debe cuanto es en la vida

sobretodo el que sepa creer.

 

Del Anáhuac inculto y sangriento,

en arranque sublime de amor,

formó un pueblo, al calor de su aliento

que lo aclama con fe y con valor.

 

Su realeza proclame doquiera

este pueblo que en el Tepeyac,

tiene enhiesta su blanca bandera,

a sus padres la rica heredad.

 

Es vano que cruel enemigo

Nuestro Cristo pretenda humillar.

De este Rey llevarán el castigo

Los que intenten su nombre ultrajar.

 
ORACION DE SELLAMIENTO CON
LA SANGRE DE CRISTO
 
Señor Jesús, en Tu Nombre, y con el poder de Tu Sangre Preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos moveremos hoy.

Con el poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Angeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos, y los bienes que El generosamente nos envía para nuestro sustento.

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes y pisos, el aire que respiramos y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas).

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo. Amén.

ADORACION

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del Costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡OH buen Jesús, óyeme!

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de ti.

Del enemigo malo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe,

por los siglos de los siglos.

Amén, Aleluya, Amén.

ALABANZAS A LA SANGRE DE CRISTO
Autor:  Padre Pedro García, Claretiano

Jesús, autor de nuestra salvación. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que diste tu Sangre en precio de nuestro rescate.¡Bendita es tú Sangre preciosa !
Jesús, cuya Sangre nos reconcilia con Dios.¡Bendita es tú Sangre Preciosa !
Jesús, que con tu Sangre nos purificas a todo. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que con tu Sangre limpias culpas. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, por cuya Sangre tenemos acceso a Dios.¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos das tú Espíritu cuando bebemos tú Sangre. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, con cuya Sangre pregustamos las delicias del cielo. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que con tú Sangre fortaleces nuestra debilidad. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos das tú Sangre en la Eucaristía. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, cuya Sangre es prenda del banquete eterno. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos vistes con tú Sangre como traje del Reino. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, cuya Sangre proclama nuestro valor ante Dios. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!

Oración.
Jesús, Salvador nuestro, presenta al Padre Tú Sangre que, en virtud de Espíritu Santo, derramaste por nuestro amor. Purificados de nuestros pecados en el baño de esa sangre sagrada, esperamos alcanzar por ella la gracia de las gracias: nuestra salvación eterna. Así sea.

 

 

 

 

Señor Jesucristo, que con tú Sangre limpias el pecado del mundo y nos mereces la salvación.
¡Sálvanos ahora y siempre!

Oración de la Sangre de Cristo

Señor Jesús, en tu nombre y con
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas
de la naturaleza, en los abismos del infierno,
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel,
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas),
las personas que el Señor enviará a ella,
así como los alimentos y los bienes que
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes,  pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas
o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual,
los negocios de toda nuestra familia,
y los vehículos, las carreteras, los aires,
las vías y cualquier medio de transporte
que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados
de todo lo malo. 


Amén.

 

 

NOVENA A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO

PREPARACIÓN
(Se dice cada día de la novena)

Los Santos del Apocalipsis cantan fervorosamente: “Con tu Sangre has comprado para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal, que sirve a Dios y reina sobre la tierra”  (Apocalipsis 5:9)

Nosotros ahora nos unimos a este clamor celestial, y en la comunión del Espíritu con todos los santos de la tierra y venerando esa Sangre Divina que nos rescató del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de la luz, rendimos culto reverente a Dios, como pueblo sacerdotal que somos. (Col. 1: 13 y 20)

Cristo Jesús, Cordero de Dios, que nos has salvado con tu sangre, ¡Te alabamos! ¡Te bendecimos! ¡Te adoramos! ¡Te damos gracias rendidas! Y te pedimos la salvación de todos los que nos hemos lavado en tu Sangre Sagrada. Amén.

Día Primero

 

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “¡Dichosos los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero!” (Apocalipsis 22:14)

¿Debe espantarnos el pecado?  Sí; porque es el mal de los males, que lleva consigo la separación de Dios y la condenación eterna. Dios nos ofrece su perdón, pero nosotros podemos desoír la llamada del Espíritu, que nos invita siempre a la conversión y a la perseverancia. ¿Y si yo he pecado? Podría anidar en mi alma cualquier sentimiento, menos el de la desesperación. Porque tengo un Salvador que pagó por mí y me llama de nuevo a su amor. Confío en la Sangre de Cristo, que me ha limpiado de toda mancha. Señor Jesús, ¡gracias por tu bondad! No quiero pecar más en adelante. Lo que quiero es amarte cada vez más con todo mi corazón.

Padrenuestro…

Las lágrimas de mis ojos ahora son el cantar de un alma que, arrepentida, no sueña más que en amar.

Oración: “OH Dios, que nos pides el amor de nuestro corazón, concédenos la gracia de vivir siempre en el amor a Jesús y obtener por su Sangre nuestra salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor Amén.”

Día Segundo

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “Tenemos, hermanos, una confianza jubilosa de entrar en el santuario del Cielo por virtud de la Sangre de Jesús” (Hebreos, 10:19)

Dios nos infundió en el Bautismo la esperanza, junto con la fe y el amor. Llego al Cielo por lo méritos de la Sangre de Cristo. A ellos uno mi esfuerzo, para corresponder con mis obras a lo que El hizo por mí. Mi vida, para conseguir la salvación, debe ser digna de la Sangre que me compró. Por eso, debo trabajar siempre mí salvación con "temor y temblor", como nos dice San Pablo. Miedo a Dios, no; porque El es Fiel y me salva; sino miedo a mi debilidad o malicia, porque yo puedo fallar a Dios. Pero, ¡confianza! Porque Jesús y yo juntos lo podemos todo.

Padrenuestro…

Cielo azul, cielo estrellado, Cristo tus puertas abrió. ¡A ti voy, por ti suspiro, Patria de mi corazón!

Oración: “OH Dios, que nos has redimido con la Sangre preciosa de tu Hijo, conserva en nosotros la acción de tu misericordia para que podamos conseguir sus frutos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Día Tercero

PREPARACIÓN….. (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “Ellos vencieron al dragón por la fuerza de la Sangre del Cordero y en virtud del testimonio que dieron, pues despreciaron sus vidas hasta morir por él.”(Apocalipsis 12: 9-1 l)

¿Qué significa mi vida cristiana? Es lucha: contra el dolor, que podría desesperarme; contra el cansancio, que podría rendirme en el camino; contra los que atentan mi fe y mi virtud, que exigen mi testimonio; contra mi contra el pecado, que podría hacerme perder a Dios... Pero tengo en mis manos la fuerza del mismo Cristo. El luchó contra Satanás y el pecado hasta la sangre, y con su Sangre nos da la victoria a nosotros. ¿Puedo yo acobardarme y ceder ante el enemigo, si cuento con la fuerza de la gracia de Cristo?...

Padrenuestro…

La vida es de los valientes, de los que saben luchar. Con Cristo, que va delante, ¿Me puedo yo acobardar?...

Oración: “OH Dios!, que en la Sangre de Jesús, derramada valiente y generosamente en la cruz, nos das la fuerza contra todos los enemigos. Haz que por ella me mantenga yo siempre fiel a ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Día Cuarto

PREPARACIÓN….. (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “El Espíritu Santo os ha constituido vigilantes, para que apacientes la Iglesia de Dios, que él se adquirió con su propia Sangre" (Hechos 20:28).

Lo que dice San Pablo a los pastores de la Iglesia vale para todos nosotros, porque todos somos Iglesia por la cual Cristo derramó su Sangre. ¿Puedo desentenderme yo de la Iglesia? ¿Puedo aceptar los ataques de que es objeto? ¿Puedo ver despreciada su verdad? ¿Puedo tolerar la desobediencia a sus Pastores? ¿Puedo mirar sin horror a los que abandonan con peligro grave su salvación? ¿Puedo dejar de trabajar en una u otra obra de apostolado, tal como lo exigen mi Bautismo y  Confirmación? Si no trabajo por la Iglesia, estoy  traicionando a la Sangre con que Cristo se la adquirió...

Padrenuestro…

¡OH, Iglesia Santa y Católica, todo mi amor para ti!  Tú sabes que sólo anhelo en tu regazo sobrevivir.

Oración: “Señor Jesucristo, házme vivir en tu Iglesia, Esposa tuya que adquiriste con tu Sangre. Que por ella trabaje, en ella viva y en ella sobreviva. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.”

Día Quinto

PREPARACIÓN….. (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “-¡Bebed, pues ésta es mi sangre!" (Mateo 26: 27-28). "El cáliz de la bendición que consagramos, ¿no es comunión con la Sangre de Cristo". "Cuantas veces coméis este pan y bebéis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que él vuelva” (I Corintios 10:16; 11:26)

Padrenuestro…

¿En qué hago consistir yo mi devoción a la Sangre de Cristo? En oraciones, ciertamente. Pero jamás podré buscar otro punto en que centrar esa mi devoción como la Eucaristía. Recibo la Sangre de Cristo en la Comunión. En la Comunión me comunica la Sangre divina toda su fuerza. En la Comunión me aseguro para siempre el fruto de la salvación que Cristo me ganó al derramar su Sangre por mí. ¿Comulgo todas las veces que puedo y de la mejor manera que puedo?...

Eres bebida del Cielo, eres vino embriagador. Eres amor y alegría, ¡Cáliz de la salvación!

Oración: Señor Jesucristo, hazme beber con ansia tu Sangre, Vino Nuevo del Reino, y prenda de las delicias que me embriagarán en la Patria celestial. Amén.”

Día Sexto

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “-Os habéis acercado a Jesús, que nos ha rociado con una sangre que habla más elocuentemente que la de Abel” (Hebreos 12: 23-24)

¿Qué pedía a gritos la sangre de Abel? ¡Venganza! "La sangre de tu hermano grita a mí desde la tierra", de Dios a Caín. Pero la Sangre de Cristo clama mucho mejor: "¡Padre, perdónalos!"... La Sangre de Jesús nos da la paz con Dios y derriba todo muro que nos divide a los hombres, porque "todo lo pacificado con la sangre de su cruz". Entonces, ¿Somos dignos de Cristo cuando anida un rencor en nuestro corazón? ¿Somos como el Jesús de la cruz, si, no perdonamos nosotros de verdad?... ¿Podemos beber la Sangre de Cristo en la Comunión, si, no rebosamos amor a todos?....

Padrenuestro…

Sangre de Jesús, que gritas: ¡Perdón, oh Padre, perdón!" Di, ¿qué quieres de nosotros?... ¡Qué sea perdonador!

Oración: “Señor Jesucristo, que nos mandas a perdonar generosamente hasta el peor de nuestros enemigos. Infúndeme tú mismo amor a fin de que, amando sin distinción a todos, merezca tú perdón y tú gracia. Amén.”

Día Séptimo

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “-Vi el cielo abierto. Y el que se llama desde siempre El Verbo de Dios, estaba cubierto con un manto lleno de sangre” (Apocalipsis 19: 12-13)

Jesucristo, el Hijo de Dios, aparece en el Cielo como un militar triunfador. Se empapó de sangre, en la suya, y ahora ostenta las propia, luchando contra el enemigo condecoraciones ganadas en una guerra a vida o muerte.  Ha vencido en toda la línea. "El príncipe de este mundo ha sido echado fuera". Y llega el día en que "todos sus enemigos estarán colocados como escabel de sus pies"... ¿Me doy cuenta a qué me llama el Señor? El Cielo no es para cobardes, sino para los esforzados que, como Jesús, saben enfrentarse cada día, hasta la sangre, en la lucha contra el mal.

Padrenuestro…

Por tú Espíritu, Señor, danos valor en la lucha, danos la victoria; victoria sobre la muerte danos la Gloria futura.

Oración: “Señor Jesucristo, que nos dijiste que el Reino de los Cielos lo arrebatan únicamente los valientes. Dame el esfuerzo que necesito para ir contigo hasta el Calvario a fin de subir desde él al Cielo. Amén.”

Día Octavo

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios: “Estos son los que han lavado y blanqueado sus vestiduras en la Sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios" (Apocalipsis 7:14).

Hemos de contar con el pecado como una triste realidad de nuestra vida. Heredamos de nuestros padres Adán y Eva una naturaleza dañada, y nuestra malicia a veces, y nuestra debilidad siempre, nos llevan a ofender a Dios de muchas maneras. ¿Quién pondrá remedio a esta dolorosa condición nuestra?.

¡Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesucristo, que con su Sangre nos ha librado de tan lastimosa condición! Dios nos pide solamente arrepentimiento, conversión, reconciliación con El mediante los Sacramentos. Y, eso sí, lucha valiente para no hacer nunca las paces con el pecado.

Padrenuestro…

¡Qué divino tesoro, Jesús, me has dado en tu Sangre! ¡Límpiame de toda mancha, para ser como te agrada!...

Oración: “Señor Jesucristo, amador de los pecadores, que somos todos. Derrama sobre mí la abundancia de los méritos de tú Sangre, para que, con limpieza de corazón, vea siempre a Dios en todas las cosas. Amén.”

Día noveno

PREPARACIÓN… (ver al inicio de la Novena)

Leo en la Palabra de Dios:-Tenemos un Pontífice excelso, Jesús, que ha penetrado los cielos - con su propia sangre - y está siempre vivo para interceder por los que por él se llegan a Dios” (Hebreos 4:14, 19:12, 7:25)

Una última mirada a la Sangre de Cristo. ¿Qué nos ha merecido Jesús con ella? Nada menos que la Gloria de Dios, la misma con la que Dios es infinitamente dichoso, la que tiene el mismo Jesucristo glorificado a la derecha del Padre. Y ante este su Padre está repitiendo continuamente: "Quiero que donde yo estoy estén también los míos que Tú me diste". Ya que para esto se adelantó: "Voy a prepararos un lugar" Nuestro destino es el Cielo, que no es propio de almas débiles, sino de los espíritus más grandes, que no se contentan sino con Dios.

Padrenuestro…

Como Esteban, entreabierto veo el Cielo, Señor. ¿Cuándo podré estar contigo? ¡Hoy lléname de tu Presencia!

Oración: “Señor Jesucristo, autor, guía y consumador de la fe, que vas al frente de los que caminan hacia la Patria. Hazme seguir fielmente tus pisadas para conseguir ese Cielo que me tienes prometido y preparado. Amén.”

 

"EN SU GRAN AMOR DIOS ME HA LIBERADO POR LA SANGRE QUE SU HIJO DERRAMÓ, Y HA PERDONADO MIS PECADOS". (Efesios 1:7)

¡OH DIVINO ANTÍDOTO!, LIBÉRAME DEL VENENO DEL PECADO AMÉN, ALELUYA, AMÉN.

 

                                                                                                         http://www.corazones.org/

Textos Bíblicos sobre la Divina Misericordia

En la Biblia, encontramos a los profetas y elegidos de Dios, a Jesús y sus apóstoles: alabando, implorando, anunciando y adorando la Divina Misericordia, en cada momento.

La Misericordia de Dios, estuvo "desde siempre" para nosotros.

Los textos que siguen, ayudarán a comprender más el mensaje de la Misericordia y a tenerlo presente en la lectura de las Sagradas Escrituras.

Al pie de esta página, encontrarán también, algunas otras lecturas que les recomendamos leer, y meditar en oración.


Gn. 19, 19
Tú has sido bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia, salvándome la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan sobre mí la destrucción y la muerte.

Ex. 20, 6
y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.

Núm. 14, 18
El Señor es lento para enojarse y está lleno de misericordia. El tolera la maldad y la rebeldía, pero no las deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos hasta la cuarta generación.

Núm. 14, 19
Perdona, por favor, la culpa de este pueblo según tu gran misericordia y como lo has venido tolerando desde Egipto hasta aquí.

Deut. 5, 10
10 y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.

Deut. 13, 18
Y no retengas nada de lo que debe ser consagrado al exterminio. Así el Señor aplacará el ardor de su ira, se apiadará y tendrá misericordia de ti, y te multiplicará, como lo juró a tus padres,

Deut. 30, 3
entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá misericordia de ti. El te volverá a reunir de entre todos los pueblos por donde te había dispersado.

2Sam. 24, 14
David dijo a Gad: "¡Estoy en un grave aprieto! Caigamos más bien en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los hombres".

Is. 63, 7
Recordaré los favores del Señor, alabaré sus proezas, por todo el bien que él nos hizo en su gran bondad hacia la familia de Israel, y por todo el bien que nos hizo en su compasión y en la abundancia de su misericordia.

Os. 2, 21
Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia;

Jon. 4, 2
Entonces oró al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando aún estaba en mi país? Por eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas.

Zac. 7, 9
Así habla el Señor de los ejércitos: Hagan justicia de verdad, practiquen mutuamente la fidelidad y la misericordia.

Sal. 6, 5
Vuélvete, Señor, rescata mi vida, sálvame por tu misericordia,

Sal. 13, 6
Yo confío en tu misericordia: que mi corazón se alegre porque me salvaste. ¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido!

Sal. 31, 17
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia;

Sal. 33, 18
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia,

Sal. 36, 6
Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo, tu fidelidad hasta las nubes.

Sal. 36, 8
¡qué inapreciable es tu misericordia, Señor! Por eso los hombres se refugian a la sombra de tus alas.

Sal. 44, 27
¡Levántate, ven a socorrernos; líbranos por tu misericordia!

Sal. 48, 10
Nosotros evocamos tu misericordia en medio de tu Templo, Señor.

Sal. 52, 10
Yo, en cambio, como un olivo frondoso en la Casa de Dios, he puesto para siempre mi confianza en la misericordia del Señor.

Sal. 57, 11
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!

Sal. 59, 18
¡Yo te cantaré, fuerza mía, porque tú eres mi baluarte, Dios de misericordia!

Sal. 62, 13
y a ti, Señor, la misericordia. Porque tú retribuyes a cada uno según sus acciones.

Sal. 66, 20
Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia.

Sal. 85, 8
¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación!

Sal. 86, 5
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan:

Sal. 94, 18
Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene;

Sal. 100, 5
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.

Sal. 103, 8
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;

Sal. 106, 45
Se acordó de su alianza en favor de ellos y se arrepintió por su gran misericordia;

Sal. 107, 8
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres,

Sal. 107, 15
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres,

Sal. 107, 21
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres:

Sal. 107, 31
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres:

Sal. 107, 43
El que es sabio, que retenga estas cosas y comprenda la misericordia del Señor.

Sal. 108, 5
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo y tu fidelidad hasta las nubes.

Sal. 109, 16
Porque nunca pensó en practicar la misericordia, sino que persiguió hasta la muerte al pobre, al desvalido y al hombre atribulado.

Sal. 109, 21
Pero tú, Señor, trátame bien, por el honor de tu Nombre; líbrame, por la bondad de tu misericordia.

Sal. 109, 26
Ayúdame, Señor, Dios mío, sálvame por tu misericordia,

Sal. 119, 41
Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor, y tu salvación conforme a tu promesa.

Sal. 119, 76
Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste.

Sal. 119, 88
Vivifícame por tu misericordia, y cumpliré tus prescripciones.

Sal. 130, 7
espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia:

Sal. 145, 8
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;

Sal. 147, 11
el Señor ama a los que lo temen y a los que esperan en su misericordia.

Prov. 28, 13
El que encubre sus delitos no prosperará, pero el que los confiesa y abandona, obtendrá misericordia.

Rt. 1, 8
Noemí dijo a sus nueras: "Váyanse, vuelva cada una a la casa de su madre. ¡Que el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron con mis hijos muertos y conmigo!

Lam. 3, 22
La misericordia del Señor no se extingue ni se agota su compasión;

Lam. 3, 32
Si aflige, también se compadece, por su gran misericordia.

Dn. 2, 18
instándolos a implorar misericordia ante el Dios del cielo acerca de aquel misterio, a fin de que no los hicieran perecer, a ellos y a él, con el resto de los sabios de Babilonia.

Dn. 4, 24
Por eso, rey, acepta mi consejo: redime tus pecados con la justicia y tus faltas con la misericordia hacia los pobres; tal vez así tu prosperidad será duradera".

Dn. 9, 9
¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él!

Dn. 9, 18
Inclina tu oído, Dios mío, y escucha; abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad que es llamada con tu Nombre, porque no presentamos nuestras súplicas delante de ti a causa de nuestros actos de justicia, sino a causa de tu gran misericordia.

Neh. 9, 19
Pero aún entonces, por tu gran misericordia, ni los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se alejó de ellos de día, para guiarlos por el camino, no la columna de fuego durante la noche, para iluminarles el camino que debían recorrer.

Neh. 9, 27
Tú los entregaste en manos de sus opresores, y ellos los oprimían. En el momento de la opresión, clamaban a ti; tú los escuchabas desde el cielo y, por tu gran misericordia, les mandabas salvadores que los salvaban de sus opresores.

Neh. 9, 28
Pero apenas se sentían tranquilos, volvían a hacer el mal delante de ti, y tú los abandonabas en manos de sus enemigos, que los oprimían; ellos volvían a invocarte y tú los oías desde el cielo: ¡cuántas veces los salvaste por tu misericordia!

Neh. 9, 31
Sin embargo, por tu gran misericordia, no los has exterminado ni abandonado, porque eres un Dios compasivo y misericordioso.

1Crón. 21, 13
David dijo a Gad: "¡Estoy en un grave aprieto! Prefiero caer en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los hombres".

2Crón. 30, 9
Si ustedes se convierten al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con misericordia por aquellos que los han deportado, y podrán volver a esta tierra, porque el Señor, su Dios, es bondadoso y compasivo: él no apartará su rostro de ustedes si ustedes vuelven a él".

Jdt. 7, 30
Pero Ozías les dijo: "Animo, hermanos, resistamos cinco días más. En el transcurso de ellos, el Señor, nuestro Dios, volverá a tener misericordia de nosotros, porque no nos abandonará hasta el fin.

Tob. 6, 18
Antes de tener relaciones con ella, levántense primero los dos para orar y supliquen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve. No tengas miedo, porque ella está destinada para ti desde siempre y eres tú el que debe salvarla. Ella te seguirá, y yo presiento que te dará hijos que serán para ti como hermanos. No te preocupes".

Tob. 7, 12
Pero Tobías le replicó: "No comeré ni beberé hasta que hayas tomado una decisión sobre este asunto". Raquel le respondió: "¡Está bien! Ella te corresponde a ti según lo prescrito en la Ley de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. Desde ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. A partir de hoy es tuya para siempre. Que el Señor los asista esta noche, hijo mío, y les conceda su misericordia y su paz".

Tob. 8, 4 - (La oración de Tobías)
Mientras tanto, los padres habían salido de la habitación y cerraron la puerta. Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: "Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación".

Tob. 8, 7 - (La oración de Tobías)
Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!".

Tob. 8, 16
¡Bendito seas por la alegría que me has dado! No ha sucedido lo que yo temía, sino que nos has tratado según tu gran misericordia.

Tob. 8, 17
¡Bendito seas por haberte compadecido de estos dos hijos únicos! ¡Manifiéstales, Señor, tu misericordia y tu salvación, y concédeles una vida llena de alegría y de gracia!".

Tob. 11, 16
Tobit salió al encuentro de su nuera hasta las puertas de Nínive, bendiciendo a Dios lleno de alegría. Al verlo caminar con todo su vigor, sin la ayuda de nadie, los habitantes de Nínive quedaron maravillados. Tobit proclamaba delante de todos que Dios había tenido misericordia de él y le había devuelto la vista.

Tob. 13, 8
Yo lo celebro en el país del destierro, y manifiesto su fuerza y su grandeza a un pueblo pecador. ¡Conviértanse, pecadores, y practiquen la justicia en su presencia! ¡Quién sabe si él no les será favorable y tendrá misericordia de ustedes!

1Mac. 3, 44
Luego se convocó a la asamblea para prepararse a combatir, para orar y pedir piedad y misericordia.

1Mac. 13, 46
"No nos trates, le decían, según nuestras maldades, sino según tu misericordia".

1Mac. 16, 3
Pero ahora estoy viejo, mientras que ustedes, por la misericordia del Cielo, están en la mejor edad. Ocupen mi puesto y el de mi hermano, salgan a combatir por nuestra nación y que la ayuda del Cielo esté con ustedes".

2Mac. 2, 7
Y cuando Jeremías se enteró de esto, los reprendió, diciéndoles: "Ese lugar quedará ignorado hasta que Dios tenga misericordia de su pueblo y lo reúna.

2Mac. 6, 16
Por eso nunca retira de nosotros su misericordia, y aunque corrige a su pueblo por medio de la adversidad, no lo abandona.

2Mac. 7, 29
No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia".

2Mac. 8, 5
Una vez que se puso al frente de sus tropas, el Macabeo resultó invencible ante los paganos, porque la ira del Señor se había convertido en misericordia.

2Mac. 8, 27
Una vez que recogieron las armas y se llevaron los despojos del enemigo, se pusieron a celebrar el sábado, bendiciendo y alabando una y otra vez al Señor, que los había salvado aquel día, concediéndoles así las primicias de su misericordia.

2Mac. 9, 13
Aquel malvado rogaba al Soberano, de quien ya no alcanzaría misericordia, prometiendo

Sab. 3, 9
Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.

Sab. 4, 15
que los elegidos del Señor encuentran gracia y misericordia, y que él interviene en favor de sus santos.

Sab. 11, 9
Por la prueba a que fueron sometidos, aunque eran corregidos con misericordia, comprendieron los tormentos que soportaban los impíos, al ser juzgados con ira.

Sab. 12, 22
Así, cuando castigas a nuestros enemigos con moderación, nos instruyes a fin de que, al juzgar a los otros, recordemos tu bondad y, al ser juzgados, contemos con tu misericordia.

Sab. 15, 1
Pero tú, Dios nuestro, eres bondadoso y fiel, eres paciente y todo lo administras con misericordia.

Sab. 16, 10
Pero contra tus hijos, ni siquiera pudieron los dientes de las serpientes venenosas, porque tu misericordia vino a su encuentro y los sanó.

Ecli. 2, 7
Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer.

Ecli. 2, 9
Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia.

Ecli. 2, 18
"Abandonémonos en las manos del Señor y no en las manos de los hombres, porque así como es su grandeza es también su misericordia".

Ecli. 5, 6
No digas: "Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados", porque en él está la misericordia, pero también la ira, y su indignación recae sobre los pecadores.

Ecli. 16, 11
Aunque fuera uno solo el hombre obstinado, sería un milagro que quedara impune, porque en él está la misericordia, pero también la ira, es tan fuerte para el perdón como pródigo para la ira.

Ecli. 16, 12
Tan grande como su misericordia es su reprobación: él juzga a cada uno según sus obras.

Ecli. 18, 11
Por eso el Señor es paciente con ellos y derrama sobre ellos su misericordia.

Ecli. 18, 13
El hombre sólo tiene misericordia de su prójimo, pero el Señor es misericordioso con todos los vivientes. El reprende, corrige y enseña, y los hace volver como el pastor a su rebaño.

Ecli. 18, 14
El tiene misericordia con los que aceptan la instrucción y están siempre dispuestos a cumplir sus decretos.

Ecli. 26, 5
Hay tres cosas que me inspiran temor, y por la cuarta imploro misericordia: ciudad dividida, multitud amotinada y falsa acusación son más penosas que la muerte.

Ecli. 29, 1
El que practica la misericordia presta a su prójimo, y el que acude en su ayuda observa los mandamientos.

Ecli. 35, 23
hasta juzgar la causa de su pueblo y alegrarlo con su misericordia.

Ecli. 35, 24
¡Qué hermosa es la misericordia en el momento de la aflicción, como las nubes de lluvia en tiempo de sequía!

Ecli. 47, 22
Pero el Señor no renuncia jamás a su misericordia ni deja que se pierda ninguna de sus palabras: él no hará desaparecer la posteridad de su elegido, ni exterminará la estirpe de aquel que lo amó. Por eso, le dio un resto a Jacob, y a David una raíz nacida de él.

Ecli. 50, 22
Y ahora bendigan al Dios del universo que hace grandes cosas por todas partes, al que nos exaltó desde el seno materno y nos trató según su misericordia.

Ecli. 50, 24
Que su misericordia permanezca fielmente con nosotros y que nos libre en nuestros días.

Ecli. 51, 3
según la grandeza de tu misericordia y de tu Nombre, de las mordeduras de los que iban a devorarme, de la mano de los que querían quitarme la vida, de las muchas aflicciones que padecí,

Ecli. 51, 8
Entonces, me acordé de tu misericordia, Señor, y de tus acciones desde los tiempos remotos, porque tú libras a los que esperan en ti y los salvas de las manos de sus enemigos.

Ecli. 51, 29
Alégrense en la misericordia del Señor, no se avergüencen de alabarlo.

Bar. 4, 22
Porque yo espero que el Eterno les dará la salvación, y el Santo me ha llenado de alegría por la misericordia que pronto les llegará del Eterno, su Salvador.

Bar. 5, 9
porque Dios conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia.

Dn.gr. 3, 35
no apartes tu misericordia de nosotros, por amor a Abraham, tu amigo, a Isaac, tu servidor, y a Israel, tu santo,

Dn.gr. 3, 42
No nos cubras de vergüenza, sino trátanos según tu benignidad y la abundancia de tu misericordia.

Mt. 5, 7
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

Mt. 9, 13
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Mt. 12, 7
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.

Mt. 23, 23 - (Invectivas contra los escribas y los fariseos)
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

Lc. 1, 50
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

Lc. 1, 54
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,

Lc. 1, 58
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.

Lc. 1, 72
Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza,

Lc. 10, 37
El que tuvo misericordia de él, le respondió al doctor. Y Jesús le dijo: Ve y procede tú de la misma manera.

Rom. 9, 16
En consecuencia, todo depende no del querer o del esfuerzo del hombre, sino de la misericordia de Dios.

Rom. 9, 18
De manera que Dios tiene misericordia del que él quiere y endurece al que él quiere.

Rom. 9, 23
Y si él quiso manifestar la riqueza de su gloria en los que recibieron su misericordia, en los que él predestinó para la gloria,

Rom. 11, 30-32
En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. Del mismo modo, ahora que Uds. han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia para tener misericordia de todos.

Rom. 12, 1
Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer.

Rom. 12, 8
El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes, que dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que practica misericordia, que lo haga con alegría.

Rom. 15, 9
y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu Nombre.

1Cor. 7, 25
Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza.

2Cor. 1,3
Bendigo sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo.

Gál. 6, 16
Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.

Ef. 2, 4
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,

1Tim. 1, 2
saluda a Timoteo, su verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.

1Tim. 1, 13
a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia.

1Tim. 1, 16
Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna.

2Tim. 1, 2
saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.

2Tim. 1, 16
Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de que yo estuviera preso.

2Tim. 1, 18
Que Dios, en aquel Día, le permita alcanzar misericordia delante del Señor. Tú conoces mejor que nadie los servicios que él me prestó en Efeso.

Tit. 3, 5
no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.

Heb. 4, 16
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.

Sant. 2, 13
Porque el que no tiene misericordia será juzgado sin misericordia, pero la misericordia se ríe del juicio.

Sant. 3, 17
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.

1Ped. 1, 3
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva,

1Ped. 2, 10
ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.

2Jn. 1, 3
También estarán con nosotros la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, en la verdad y en el amor.

Jds. 1, 2
Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia.

Jds. 1, 21
Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna.


Aconsejamos leer las siguientes lecturas:

Lucas 15 - Parábolas de la Misericordia de Dios (La oveja perdida y encontrada + La moneda perdida y encontrada + El Padre Misericordioso).
Salmo 103 - La Misericordia del Señor con sus fieles.
Lamentaciones 3 - La Misericordia y la Justicia del Señor, motivo de esperanza.
Eclesiástico 17 - La Misericordia y la Justicia del Señor.
Eclesiástico 18 - La Grandeza y la Misericordia del Señor .
Lucas 6,36 ss - La Misericordia y la Benevolencia para juzgar.
Romanos 15,7 - La Fidelidad y la Misericordia de Dios.
Isaías 63 - Evocación de la Misericordia de Dios para su pueblo.

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PUDIERA SER ESTA TU VOCACION?

 

Saulo de Tarso sabía que él tenía razón. No podía permitirles a esos locos cristianos continuar en sus errores. Pero, en su camino a Damasco, una luz brillantísima le cegó. Entonces hizo una sencilla pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Esa luz y esa sencilla pregunta, una vez respondida, cambió su vida totalmente. ¿Podrías tú hacer la misma pregunta, “Señor, ¿qué quieres que haga?”